“La necesidad tiene cara de perro”, suele decir un refrán popular y quizás no haya más cercano a la realidad.
No es mentira que los peludos que pasan tanto trabajo en la calle, sin un techo o comida constante, harán lo que sea necesario para alimentarse así sea de las sobras que se le ofrezcan.
De tal modo lo ha demostrado el gesto de un perro paralítico cuya historia nos ha roto el corazón.
Se trata del mestizo al que han bautizado como Kuya Bon
El peludo sufre de parálisis, perdió la movilidad en sus patas por lo que se arrastra para poder movilizarse.
Un asunto bastante doloroso para él y más aun tratándose de un perro callejero que debe sortear mil y un obstáculos en el camino.
Nadie comprende cómo pudo sobrevivir así.
Al parecer, el pobre habría quedado de ese modo tras ser arrollado por un vehículo. Pero este no era el único dolor que Kuya Bon soportaba, pues también había sufrido el abandono de su dueño.
Con esta desoladora vida, la criatura intentaba salir adelante, hasta que la ayuda que necesitaba por fin llegó.
Alguien decidió brindarle apoyo.
Un día, una desconocida lo vio en la calle y le ofreció un tazón de comida. Ante tan apetitoso regalo, Kuya Bon no dudo en arrastrarse frenéticamente por el suelo para alcanzar el alimento.
La escena dejó conmovida a la joven, quien decidió no dejarlo solo.
La mujer lo rescató y lo llevó a un centro veterinario para evaluar su situación. Mientras Kuya era sometido a unos rayos X, la dama llamó a un centro de rescate local para plantearles el caso y solicitar ayuda para el peludo.
Sabía que el caso no era sencillo.
Tras la llamada, STEP Official decidió intervenir y se hicieron cargo de la situación. El peludo se encuentra aún en rehabilitación, aunque no podrá recuperar su movilidad si esperan que su salud mejore.
Este can tiene un largo camino por recorrer, pero lo más importante es que ahora puede estar seguro de que nunca más tendrá que volver a la calle.
Step Official publicó un vídeo en sus redes en el que dio a conocer tan emotiva historia de rescate.
La vida de Kuya Bon no hubiese cambiado sin la intervención de esa buena samaritana que no sólo lo alimentó, sino que se negó a dejarlo solo en la calle.
Su ayuda, la de la fundación y el equipo veterinario han permitido que este perro tenga ahora una mejor vida.
Ojala más adelante, Kuya pueda disfrutar de alguna silla de ruedas que le permita movilizarse mejor.